miércoles, 7 de abril de 2010

Noche

Me encanta la noche con su oscuridad relajante, con el silencio que conlleva. No me apetece dormir, sino asomarme a la ventana y ver las formas de la noche, la sombra que deja en el árbol la luz de la farola, la calle vacia, alguna estrella en el cielo que no es ahogada por la luminosidad de la ciudad.
La noche te acuna con su tranquilidad para que te mantengas despierto, oýendola atentamente. Mi mente saborea la tregua que el día no está dispuesta a ofrecer. Un poco de música, velas y la mente en blanco.
Falta poco para que amanezca, pasa rápido el tiempo cuando no piensas en él. El tiempo es un concepto muy abstracto e invento del hombre, como concepto. Desde que el hombre es hombre siempre ha dependido de él. Sale el sol, hay que cazar, recolectar frutos. Está en el cenit, hay que comer. Desaparece, entonces, hay que dormir. Ahora tenemos relojes, despertadores y necesitamos más, porque queremos más. Somos avariciosos hasta con los segundos, no regalamos ni uno. Estamos rodeados de conceptos que nos incapacitan. Ya no hay espontaneidad.
Suena el despertador, es hora de dormir, el sol sale. Vamos Silvia, lávate los dientes que la cama espera que calles y por fin descansar.

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