martes, 6 de abril de 2010

Mañanas

Como en una mañana cualquiera, me desperté. Arropada por el olor de los viejos sueños, por las mundanas cosas que se hacen pesadas al no lograr alcanzarlas. Conseguir abrir los ojos supone una lucha ganada para mis legañas. Así comienzan mis días, sin ganas de nada. La nada sabe bien aunque rutinaria asquea, como todo.
No quiero pensar en mis viejos logros, son viejos, ya no los recuerda nadie. Nadie, es mi mejor compañía, no tengo otra aliada igual, tan finamente cosidas en el hilo de la nada.
Nada, nadie y yo, dos en un lugar, que se hacen tres en un plas. No hay nada como juntar las manos.
Absurdo o no, abstracto o no, real, irreal o surreal, que más da, son sólo conceptos.
Esa mañana tenía la cabeza amotinada.
Se dijo Silvia: vuélvete a acostar.

No hay comentarios: