La noche temblorosa
susurra en mi oído
palabras de oruga
en plena metamorfosis.
La luna aulla
al despistado lobo,
mientras, mis manos
relatan canciones del mar.
En la muda medianoche,
los grillos silenciosos
buscan sus alas para cantar,
pero ya mis ojos
no quieren ser manos,
ni mis manos quieren contar.
sábado, 19 de enero de 2013
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