sábado, 6 de septiembre de 2008

Misterios II


Teresa, ese día, llegó reventada a la cama. Hay días en que parece que cuando más cansado estás, más te cuesta conciliar el sueño. "La lavadora hace un ruido extraño, tendré que llamar a la fábrica. ¿Cuándo caducará la garantía?. La compré hace un año... o dos. Cómo pasa de rápido el tiempo..." Y las minutos siguen pasando y Teresa no se duerme.
En la madrugada, se levanta y va directa a la cartera que, apoyada en la silla, sigue el ritmo del cuco en la oscuridad. Luego, se dirige a la cocina, un vaso de agua que humedezca su seca garganta. Por último, sus pasos la llevan directa al baño. De ahí, a la cama.
Suena el despertador, comienza un nuevo día con sus acostumbradas tareas. Primero, al baño, luego, a la cocina, prepara su desayuno, recoge la loza utilizada para la cena. Ducharse, vestirse, pintarse, perfumarse. Ahora lo mismo pero con el cuarto. Lista. No. Se ha olvidado lavarse los dientes... Coge el coche dirección al trabajo, gps mental conectado, calle Olivares nº3.
Héctor lleva un día muy tenso. Tiene un mal humor exagerado. Por la tarde desaparece una hora, cuando vuelve regresa con una sonrisa, menos mal, se ha dado cuenta que el sol brilla en su altitud.
A última hora, Héctor levita hacia el escritorio de Teresa y le invita a cenar. Ella encantada, acepta.

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