La vida, esa gran biblioteca en la que atesoras cada aventura, historia, pensamiento y poesía que, cada día cuál verso, se va fraguando.
Ser finito nos enseña a valorar cada hoja que pasamos, oliéndola cada vez como si fuera la primera.
Disfrutemos del paisaje, sintiendo la brisa, la lluvia, el calor de Lorenzo y la sombra iluminada de Selene.
Sintámonos libres de amar los ínfimos detalles que nos regala el tiempo.
Seamos conscientes de nuestra nimia existencia en este vasto universo pero concediéndole el valor eterno.
Gocemos del último verso como si fuera el primero.
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