viernes, 31 de mayo de 2024

Cualquier noche de verano

    Las luciérnagas iluminaban la senda de los amantes, los grillos hacían de banda sonora mientras ululaba aquel búho hambriento. ¿Por qué se le cayó el sombrero en el estanque? Y él, ¿por qué salió cinco minutos antes?

    Al día siguiente ya no había senda, ni grillos, ni luciérnagas, ni el ratón que fue cena del ululante hambriento. Sólo se escuchaba el inmenso silencio.
    

    Y, ahí, en ese silencio, se acaba lo que nunca empieza.

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