miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un vampiro más


Siempre hubo uno al que había que sacrificar, lo cuentan los mitos de cualquier rincón. Esta vez le toco a él, el profeta que revolucionaría a romanos y judíos, Jesucristo. Nunca dijo que el poder tenía que recaer en la Iglesia, no dijo que murieran de hambre miles de niños que conviven con la pobreza. Tampoco hablo de la sexualidad, ni pidió dinero a los fieles. El era pobre y creía en la ética. Dentro de él burbujeaban ideas, buenas ideas. Por eso lo crucificaron, le echaron vinagre y sal en las heridas pero no lo mataron. Sólo sale en la oscuridad, la humanidad hace tiempo que la dio por perdida. Hablan de su inmortalidad, de que es un Dios, no lo entiende, llevan su nombre a lo más alto y no hacen ni una mísera de lo que promulgó. Hace tiempo que quiere morir, él nunca pidió la inmortalidad. Él no es un dios. Se alimenta de sangre, últimamente humana, pero eso comenzó en el siglo XX harto de esperar la bondad en la humanidad. Ahora se encarga de decidir la vida o la muerte...pero no es un Dios, sólo espera su muerte y acecha la tuya. Sólo quería un mundo mejor. Lo acribillaron, lo mataron. En esa cueva se despertó, no sabía porque lo había hecho. Tenía hambre, pero un hambre diferente, necesitaba sangre. Humana no, confía en la humanidad. La Inquisición cuanto le dolió y ni un sorbo de sangre probó. Esos sacerdotes se merecían ser alimento del Señor. Él sólo quería un mundo mejor pero...¿Tiene salvación?
No es el profeta de un Dios ni el hijo ni el espíritu. No es Dios, sólo es un inmortal más, harto de serlo. Esperando el final de la humanidad, su final.

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